Manuel Andrés Martínez Sánchez
Secretario de Formación, Ideas y Programas PSPV-PSOE Sant Vicent del Raspeig
En el último pleno, nuestros gobernantes municipales no tuvieron reparo en debatir sobre pobres y pobrezas. Parece que preocupa, el número de pobres del municipio. Esperemos, que además de preocupar también les ocupe.
En primer lugar, decir que la medición de la pobreza es una cuestión consensuada y relativa, que varía según tiempo y lugar y la complejidad para decir cuántos pobres hay en San Vicente, radica en que no existen estudios con datos desagregados a nivel municipal. Tampoco existe un registro o censo de pobres, al estilo de la beneficencia pre democrática. De aquel pleno salió el dato según el cual “la Concejalía de Bienestar Social de San Vicente del Raspeig tiene censadas 216 familias cuyos ingresos no alcanzan el ingreso de 426 euros mensuales”. Más allá del censo, los 426 solo nos dice el importe de los subsidios de desempleo, pero nada más. Los umbrales para determinar pobreza relativa o severa varían según la sociedad en cuestión. Actualmente, la pobreza relativa se define como aquellas personas que están por debajo del 60% de los ingresos medianos en una sociedad. La pobreza severa es igual, pero en el 30%.
También se desprende que, según manifiesta la concejala del área, el 80 % de ellas, es decir, 173, se encuentran en situación de extrema pobreza o exclusión social, sin ningún tipo de prestación o ingresos”. Grave error. A poco que nos interesemos en el asunto, sabremos que no es lo mismo pobreza que exclusión social. Que son conceptos provenientes de paradigmas distintos, que tratan de fenómenos sociales relacionados pero incomparables. Para simplificar. La pobreza es un concepto de sociedades tradicionales que utiliza unos criterios meramente de ingresos o de acceso a recursos. La exclusión social, describe los complejos mecanismos de exclusión que las sociedades post-industriales han generado. Las dimensiones de la exclusión tienen relación con acceso a ingresos económicos, pero también con educación, empleo, acceso a bienes y servicios, soporte familiar, etc. Pero, por ahondar más en lo que afirmo, con 426 euros al mes, el 100% de familias se encuentra en pobreza extrema, por no repetirme, me remito a la definición dada en el párrafo anterior.
Ante la ausencia de datos desagregados a nivel municipal sobre pobreza y de censos de pobres, solo podemos estimar de manera muy rudimentaria. Se puede utilizar un indicador indirecto como el “número de personas que demandan ayudas económicas en Servicios Sociales”, pero es eso, indirecto e impreciso, y que además no incluiría a los que subsisten con el apoyo familiar y no recurren a los Servicios Sociales, que también los hay, o a los que el propio sistema ha expulsado, o a los que eligen ser ayudados por ONGs. También podemos hacer una estimación sensacionalista magnificando el dato que proporciona la Concejala que gobierna, es decir: “lo que ella diga multiplicado por 6 o por 9”, cometiendo otro grave error, porque bien es sabido que cuando se gobierna los problemas se minimizan, y al fin y al cabo, la pobreza es relativa. Pero miren, se estima que actualmente la CV tiene un 28 % de pobreza (entre relativa y severa). En cuanto a la pobreza severa, ha ido en incremento en los últimos años, hasta alcanzar el 6,5% para el conjunto de España. Por otra parte sabemos que el 39% de los desempleados no perciben prestación/subsidio alguno (datos SEPE) y que, según la EPA, el 10% de los hogares españoles tienen a todos sus miembros en paro. Ahora, si aplicamos estos porcentajes a la población de San Vicente, podremos ver que nuestro gobierno municipal todavía no ha tomado conciencia de la magnitud del problema que tiene enfrente.
Pero más allá de contar pobres, que para eso ya está el Instituto Nacional de Estadística, nuestra Concejala del área debería de estar ocupándose de cómo poder dar respuesta a esta necesidad social. Y para ello, debería estar pensando en reforzar las línea presupuestarias destinadas a prestaciones económicas de emergencia social, generar una partida para ayudas complementarias públicas extraordinarias para paliar la pobreza energética y de garantía de las necesidades más básicas, pero sobre todo debería de estar ocupándose de conocer la heterogeneidad de la composición actual de la pobreza porque entonces ya habría comprendido que no solo de pan vive el hombre y que es preciso implementar los recursos pertinentes para garantizar una vuelta al mercado de trabajo de una amplia mayoría de los actuales trabajadores empobrecidos, mediante formación para el empleo, para ampliar sus opciones futuras de empleabilidad, y que llegan a esa situación porque fueron excluidos del mercado laboral y tras haber agotado las prestaciones/subsidios, siguen en desempleo, motivado por esta brutal crisis y que tarde o temprano, volverán “al tajo”. De las administraciones depende en qué condiciones.