Jorge Pastor Pareja
Militante PSPV-PSOE Sant Vicent del Raspeig
Exsecretario General de Juventudes Socialistas El Raspeig
Es una realidad que los hábitos de consumo han cambiado. Cada vez hay más gente que prefiere ir a las grandes superficies a comprar ropa, calzado, alimentación, electrodomésticos, tecnología, muebles o complementos del hogar. Los centros comerciales se han convertido en centros de ocio en los que junto a las compras podemos disfrutar de salas de cine, cafeterías y restaurantes.
El comercio, por definición, vive en una constante crisis en la que tiene que reinventarse cada día. Adaptarse al cliente o cerrar. Pero en la actualidad este continuo cambio está siendo más difícil de lo habitual para el pequeño comercio. Junto a la crisis económica que ha hecho disminuir las ventas en todo tipo de comercio, han aparecido en los últimos años nuevas amenazas a las que ha de enfrentase el comercio de cercanía. La dispersión de la población y la falta de plazas de aparcamiento gratuito en los centros urbanos disminuyen el número de clientes potenciales. Los cambios en los hábitos de vida reducen el tiempo que tenemos para ir a comprar, haciendo que nos decantemos por ir a un comercio donde venden de todo en lugar de ir a varios sitios especializados. Internet nos permite obtener información y precios sobre un producto y compararlos con la competencia sin necesidad de movernos de casa. Las tiendas on-line reducen los costes al no tener que contar con un local abierto.
Frente a las nuevas amenazas y cambios en los hábitos de consumo, el comercio local debe dar repuestas a modo de diferenciación y trato con el cliente. Si no se ofrece un servicio distinto, personalizado y de calidad, el cliente no comprará en el comercio local y se decantará por las grandes superficies. Los comerciantes deben considerar, dentro de la racionalidad horaria, adaptar los horarios de apertura a los hábitos de consumo. Flexibilidad horaria no significa estar siempre abierto. La flexibilidad ha de verse más como una oportunidad que como una amenaza. Si un domingo hay más ventas que un martes, es preferible abrir el domingo y cerrar el martes.
Pero no todo el esfuerzo ha de venir por parte del pequeño comercio. Las instituciones locales han de pasar de la palabra a los hechos. De nada sirve hacer campañas de promoción del comercio local basadas en carteles y pegatinas. Al comercio local se le ayuda disminuyendo las trabas burocráticas, rebajando los precios de las licencias de apertura, reduciendo los tiempos necesarios para abrir un comercio o subvencionando el aparcamiento para los clientes del comercio local. Tampoco han de olvidar las instituciones que, cuando se autoriza la apertura fuera de horario o en festivos, han de vigilar por que los trabajadores sean retribuidos de manera extraordinaria.
No debemos caer en la tentativa de pedir un trato de favor al comercio local, se trata más bien de reclamar a las distintas administraciones que ayuden a competir en igualdad eliminando las trabas que ellas mismas han creado.