Tribuna de Opinión del alcalde de San Vicente, Jesús Villar Notario.
El 6 de diciembre de 1978 se aprobó en referéndum la Constitución española, fruto del consenso político, la norma marco de nuestro ordenamiento jurídico que se convirtió, aquel día, en la mejor constitución de las ocho, que hasta el momento, ha tenido España.
Y con la velocidad que pasa el tiempo, ya han transcurrido 40 años. La Constitución de 1978 supuso el paso de una dictadura a una democracia sin fracturas, en una década, la de los 70, donde la España de nuestros padres, la de nuestra niñez, todavía era en blanco y negro. Un mérito éste, que es justo reconocer como parte de nuestra historia.
Pero las leyes deben ser documentos vivos que se adapten a las necesidades de la sociedad que regulan. El espíritu de una norma no debería nunca vulnerar la propia norma, vaciándola de utilidad jurídica en el peor de los casos.
Cuarenta años después, es el momento de la reflexión, de echar la vista atrás, de quedarse con lo aprendido, pero también de mirar hacia el futuro, construyendo puentes y sin miedo a los cambios, como tampoco tuvieron miedo los padres de la Constitución del 78.
Somos una sociedad políticamente madura, democráticamente estable y socialmente evolucionada. Hemos aprendido mucho de estos 40 años, nos hemos hecho mayores y eso implica asumir responsabilidades, también como ciudadanos, desde las Instituciones, desde los Poderes Públicos. Reflexionar para avanzar, cambiar para crecer, devolverle a la norma marco que tanto hizo por la sociedad Española y por la democracia hace 40 años, la posibilidad de recuperar ese espíritu que la vio nacer un día, bajo la mirada ilusionada de todos los españoles y españolas, que salieron a la calle a festejar un cambio histórico, que consumieron con avidez horas y horas de noticiarios, que convirtió a España en un ejemplo de transición política para el mundo entero.
Creo sinceramente que la sociedad se lo merece, que los ciudadanos nos lo merecemos, pero por encima de todo, creo que la Constitución se lo merece. Reformar los cimientos de la sociedad no es más que hacerla más sólida, menos vulnerable y sobre todo más eficaz, justa y equitativa.
Como diría la canción de Presuntos Implicados, cómo hemos cambiado, y los cambios son fruto de la evolución. La Constitución debe ser, como ha venido siendo durante cuatro décadas, la solución a los problemas, y nunca la matriz del conflicto; debe ser un espejo en el que vernos reflejados como sociedad, como democracia, como país. Recuperemos pues ese espíritu del consenso jurídico y político de los padres constitucionales y pongámonos manos a la obra para seguir construyendo un país mejor.
Jesús Villar Notario
Alcalde de San Vicente del Raspeig