José Ramón Torregrosa
Sociólogo
A uno no le queda otra opción que aplaudir el crecimiento económico, o por lo menos eso parece, sin embargo hay que distinguir, al menos dos fuentes de ese crecimiento, por una parte tenemos la economía real, un empresario, o tiene dinero y lo invierte en la creación de una empresa, no lo olvidemos para ganar dinero, aquí el altruismo no existe sin el beneficio propio; y si no tiene el dinero puede solicitar un préstamo para montar esa empresa, eso genera puestos de trabajo y crecimiento económico, ya que aumenta el consumo. Esto es la economía real, productiva, el crecimiento económico se basa en el consumo de las familias que con ingresos suficientes invierte no solo en bienes de primera necesidad, sino en otros bienes como lavadoras, frigoríficos, televisores, incluso coches y casas.
El segundo modelo de crecimiento viene de la inversión por parte de fondos de inversión o grandes capitalistas, normalmente extranjeros, en empresas ya consolidadas, fundamentalmente multinacionales que tiene parte de su producción en España y parte en el extranjero; Aena es el ultimo caso, pero podemos hablar de Repsol, Gas Natural y otro muchos ejemplos que conocemos; también esa inversión puede ir directamente al sector financiero, por ejemplo BSCH (que no HSBC, los de la lista Falciani) creándose un crecimiento que no repercute en la población general, España va bien, pero los españoles no tanto; solo en algunos que obtienen beneficios sin ningún tipo de esfuerzo, hay personas que asumen su riesgo y no engañan a nadie, pero entre los que presuntamente se benefician de esta economía financiera nos encontramos los Barcenas, Correa…; y con los gestores de las cajas de ahorro Blesa, Rato… también presuntos responsables de productos financieros en los que esos inversores internacionales no pondrían nunca su dinero, LAS PREFERENTES. En este caso se trata de una economía financiera que trabaja más en el ámbito especulativo, que en el productivo, compro barato y cuando suben las acciones las vendo generando un beneficio producto solo de la tenencia de capital, aumentando el propio capital para volver a invertir y generando un circulo vicioso sobre el que se apoya una economía ficticia, ¿para que van a esforzarse en producir bienes de consumo?, esto les resulta más rentable que fabricar productos que generan trabajo y beneficio a los empresarios, productos que luego se venden a los trabajadores, regenerando el consumo y la economía de todos. Esta economía especulativa solo esta al alcance de unos pocos e incrementa las desigualdades sociales; la vieja teoría del 80 / 20 un 80% de la población solo tiene acceso al 20% de los recursos mientras un 20% de la población tiene acceso al 80% de los recursos.
Se ha intentado popularizar este tipo de economía, pero se ha hecho con unos productos financieros ruinosos y de dudosa moralidad como son las mencionadas anteriormente PREFERENTES, y de nuevo el beneficio ha ido a parar a unos pocos frente a la ruina de la mayoría. Una acción debe ser legalmente sostenible, las preferentes lo son, pero también debe ser moralmente defendible y en este caso las preferentes no lo son, sobre todo su comercialización, tratando como inversores a lo que solo son, y orgullosos de ello, pequeños ahorradores. Legalidad y moralidad no siempre van de la mano y esta forma de actuar no se ha visto nunca reflejada en programas de partidos de izquierda; que no vengan ahora partidos de derecha hablando de crecimiento económico ni partidos que se llaman “transversales” apropiándose de los programas de izquierda que desde el 78 presentan a aplican partidos socialdemócratas.
Desde un ayuntamiento solo se puede apoyar la economía productiva, la que beneficia a los ciudadanos, la que mejora su calidad de vida, facilitando acceso a la vivienda, favoreciendo al pequeño empresario y emprendedor, a través de una gestión transparente, útil y eficaz.
José Ramón Torregrosa
Licenciado en Sociología