Jaime RosarioJaime Rosario
Militante PSPV-PSOE Sant Vicent del Raspeig

Como el río que desaparece y vuelve a aparecer varios kilómetros más allá, cada equis tiempo suele reaparecen en los medios la gran tesis de que prestigiosos economistas (muchas veces «vinculados a FAES») «Creen que es un problema que los pensionistas cobren durante mucho tiempo la pensión» y que, así, no puede sostenerse el sistema de pensiones.

Estos sesudos personajes suelen defender dos ideas clave:

De un lado, retrasar aún más la edad de jubilación. Su argumento principal es que “hace 30 años la edad de jubilación estaba en 70 años y nos moríamos con 73”. Esto es una falacia porque hace 30 años (1984) la edad de jubilación era a los 65 años con derecho a percibir el 100% de la base cotizada a la Seguridad Social. Aunque muchos podían seguir cotizando hasta los 69 años si no tenían cotizaciones suficientes hasta ese momento.

De otro, porque percibir una pensión a los 70 años  y morirse a los 73 significaría que percibiría una compensación durante apenas 3 años por aquello que habían aportado al Sistema durante toda su vida laboral (muchos de ellos desde los 13/14 de edad). Es decir, UN TIMO.

Y también es una mentira mal intencionada, que solo pretende confundir y manejar, porque los trabajadores que habían comenzado a cotizar antes de 1967 (Ley de SS) lo habían estado haciendo antes durante años al sistema de mutualismo laboral y no solo tenían el mismo derecho del Régimen General (jubilación a los 65 y con el 100% de su base) sino que, además, mantenían el derecho a la Jubilación Anticipada a partir de los 60 años, aunque con una reducción del 8% por cada año menos de los 65 de edad. Es decir que a los 60 años de edad y con cotizaciones tan prolongadas como 46 años de vida laboral, podrían ejercer voluntariamente su derecho a la pensión -que ellos mismos habían financiado todo ese tiempo- aunque perderían un 40% de su base: Su pensión se vería así reducida a un 60% de la cuantía que hubiesen recibido a los 65.

Si entonces nos moríamos  a los 73 de edad, estos mutualistas se habrían pagado su pensión durante 46/50 años de cotización y la percibirían durante un tiempo de 13 años. Si eso de la esperanza de vida fuera cierto. Para ejemplo el de mi propio padre: comenzó a trabajar a los 12 años como aprendiz y cuando se jubiló a los 65 había cotizado durante más de medio siglo. Pero las cuentas de los economistas agoreros les salieron mal: Mi padre falleció a los 93 años de edad y percibió su merecida pensión durante más de 27 años (menos tiempo de lo que cotizó, en todo caso).

Mi padre fue una excepción. Otros muchos trabajadores de su generación también habían cotizado durante muchísimos años (entre 45/50 años), pero se murieron antes de llegar a los 60 de edad y su merecida pensión nunca llegaron a cobrarla. Cosa esta que sigue pasado actualmente porque el momento de morirse no es matemática pura y a cada quien le llega en su momento y no por una fecha de caducidad.

Otros sesudos economistas, utilizan otro manido  y falaz argumento mal intencionado: defienden la rebaja de las cotizaciones sociales a los empresarios y argumenta que eso generaría empleo al bajar los costos laborales.

Otra sarta de mentiras. En primer lugar porque no es cierto que las cotizaciones de la parte patronal la aporten las empresas. Esa parte de la cotización forma parte del salario,es salario diferido del trabajador. Y forma parte de su base de cotización acumulada durante toda su carrera cotizada para poder percibir una pensión (no superior a un tope) cuando se jubile. En segundo lugar porque en el supuesto de que se rebaje o suprima esa presunta cotización patronal lo que ocurriría es otra devaluación efectiva de los salarios (puesto que ya no contaría como aportación a la pensión del trabajador) y, además, es de temer que el ahorro de las empresas se destinaria a incrementar sus beneficios. Es decir, perjuicio para el trabajador que repercutiría negativamente en su futura pensión. Y maximización de beneficios para el capital. En tercer lugar porque las empresas aumentan sus plantillas, generan trabajo, solo cuando tienen expectativas de incremento de sus ventas. No lo hacen cuando la economía se ralentiza o se detiene, como en la actualidad. Y, además, despiden a sus trabadores o a una parte de los mismos para ahorrarse costes y suelen compensarlo mediante incrementos de productividad, en todo caso (Menos empleados para mantener la misma producción, o empleados más baratos para producir lo mismo –despiden a un trabajador caro y contratan a dos por el mismo dinero y les exigen el mismo rendimiento-).

Pero la guinda la suelen poner con su propuesta estrella: “abogan por que el Estado garantice las pensiones aunque se muestran partidarios de que su gestión sea privada”.  Dicho en lenguaje llano: Que el Estado garantice la Pensión Mínima, continuando las cotizaciones de los trabajadores, pero que la gestión de todo ese volumen de dinero acumulado se asigne a negociantes privados que se quedaran con los resultados positivos y los participes (los ahorros de los trabajadores) correrán el riesgo de los resultados negativos.

¡¡Todo muy bonito!! Para ganancia de especuladores.

El colmo se produce cuando encima proponen que la jubilación de retrase a los 75 años de edad (al menos) con el argumento de que “ahora vivimos hasta los 83”. Es decir que, en el mejor de los casos, la pensión de jubilación se podría percibir durante un máximo de 8 años. Claro a continuación, los que piensan de esta manera, ya se las inventaran para defender que hay que retrasar aun más ese momento de percibir la pensión hasta los 80 años primero y hasta los 100 porque es una cifra más redonda y serían pocos a cobrarla.

¿Dónde queda la equidad?, ¿Dónde la protección social en la vejez?…

¡¡Menos mal que otros muchos pensamos de otra manera y vamos a defender esos criterios de justicia social y de racionalidad!! Entre ellos muchos otros economistas, abogados, sociólogos, políticos, sindicalistas,… y, en suma, seres humanos que creemos que lo que estos personajes abogan no son la solución para mantener el Estado de Bienestar, sino todo lo contrario: solo es su solución para seguir mercadileando ellos y los amos que les pagan.

Jaime Rosario Gálvez, es licenciado en Trabajo Social (UNER), Titulado en Gestión Gerencial (EADA), Master en Organización y Gestión de Servicios Sociales (UA), Escritor y Jubilado. También firma esta Columna de Opinión: Mª Eutropia Salinas García, doctora en Sociología (UA) y licenciada en Trabajo Social.